Hace unas semanas terminé de leer Cómo ser un buen líder, de Dale Carnegie. No había leído nada de este autor, y confieso que su estilo me sorprendió. El libro no busca entretener ni atrapar con historias, sino servir como manual de referencia para quien dirige personas. Esa estructura más académica, cargada de ejemplos y recomendaciones prácticas, hizo que me tomara más tiempo del previsto para terminarlo. Pero también me dejó claro que cada capítulo contiene una enseñanza que puede aplicarse directamente en el trabajo diario.

Lo más valioso que encontré en esta lectura fue su enfoque humano. Carnegie no habla de liderazgo desde la autoridad, sino desde la comprensión y el respeto por las personas que forman un equipo. Explica que un líder debe aprender a guiar, corregir y acompañar sin perder de vista que detrás de cada cargo hay una persona con aspiraciones, miedos y capacidades que pueden potenciarse.
Leyendo el libro, identifiqué hábitos que ya aplicaba de forma intuitiva, y también errores que no había notado en mi manera de conducir al equipo. Esa es quizá su mayor virtud: lograr que uno se mire en el espejo sin imponer fórmulas, sino mostrando caminos posibles para crecer como líder.
He decidido mantener este libro cerca, no como una obra para leer una sola vez, sino como una herramienta de consulta continua. Ya estoy aplicando parte de sus enseñanzas en los procesos de selección de los nuevos colaboradores para mi equipo en la península ibérica. Las entrevistas ahora se basan en cuestionarios construidos a partir del propio CV del postulante, apoyándonos en herramientas de inteligencia artificial para orientar las preguntas hacia el tipo de perfil que queremos sumar. Es una manera práctica de equilibrar la tecnología con el enfoque humano que el libro propone.
Cómo ser un buen líder es una excelente lectura para quien quiera revisar su forma de dirigir y reconectarse con lo esencial: la capacidad de influir positivamente en los demás.
