El inicio de un nuevo año es oportuno para revisar como nos ha ido hasta el momento y para plantearse como mejorar en el futuro. Este proceso reflexivo aplica para nuestra vida personal y profesional, incluso para las empresas y organizaciones en las que nos desenvolvemos. Para que las reflexiones sean provechosas, deben estar organizadas de acuerdo a los aspectos que se consideran importantes, relevantes o influyentes, y deben ser muy objetivas sin dejar de lado lo subjetivo, para poder concluir con una hoja de ruta o con una estrategia a seguir. En este artículo, me atrevo a presentar un enfoque paso a paso que pudiera ser aplicable a una empresa ubicada en cualquier parte del mundo, de cualquier industria y en cualquier etapa de su desarrollo.

1. Evaluación del Entorno Empresarial:
El proceso debe iniciar con una investigación y evaluación profunda del entorno empresarial. Considere analizar las tendencias del mercado, su situación económica y cualquier factor externo que pueda influir en su negocio. Comprender el entorno le permitirá tomar decisiones informadas.
2. Análisis Interno del Negocio:
Quizás sea lo más difícil del proceso, porque plantea una evaluación crítica del negocio. Hay que examinar los rendimientos financieros, la eficiencia operativa y la competitividad en el mercado. Hay que enfocarse en lo básico: identificar fortalezas, debilidades y oportunidades de mejora.
3. Exploración de Oportunidades:
En cualquier momento y de toda situación es posible sacar provecho de una oportunidad. Por eso es imperativo identificar nichos de mercado, demandas emergentes y posibles áreas de expansión, siempre ubicado dentro del entorno en el que se viene gestionando el negocio; sin embargo, no se debe dejar de considerar la evaluación de oportunidades que podamos atender en otros entornos, por ejemplo oportunidades de expansión internacional.
4. Toma de Decisiones Estratégicas:
Finalizado el período para las evaluaciones externas e internas, ahora es el momento de pasar a la acción y para ello es imprescindible tomar decisiones estratégicas claras. Este es el punto de inflexión, ya que las decisiones que tomemos marcaran el rumbo futuro de la empresa, esto podría incluir la optimización de operaciones, la diversificación de los servicios prestados o incluso la consideración de nuevas líneas de negocio.
5. Definición y Desarrollo de Estrategias:
La decisión tomada debe convertirse en una ruta de acción. Hay que definir metas y objetivos, establecer los pasos para su logro y el tiempo que nos tomará cada una. Podremos desarrollar diferentes tipos de estrategias, acogernos a una única o incluso desarrollar estrategias paralelas o alternativas, todo dependerá de las capacidades internas de ajustarse al cambio. Si consideramos que el negocio estaba en el rumbo correcto, quizás una estrategia de continuidad asociada a mejora de procesos o fortalecimiento de la marca sea suficiente. Si la decisión tomada fue la reinvención, se tendrá que iniciar un proceso de adaptación a nuevas tendencias del mercado o se deba iniciar un proceso de exploración de nuevos modelos de negocio.
6. Evaluación Continua y Aprendizaje:
No importa la decisión que hayamos tomado, al desarrollar la estrategia debemos incorporarle un sistema de evaluación continua, para poder aprender de los resultados y ajustarla según sea necesario. La estrategia no debe ser cerrada y debemos mantenernos abiertos a la evolución constante.
