En mi reciente lectura del libro: » El sutil arte de que -casi todo – te importe un Carajo» (The Subtle Art of Not Giving a Fuck) de Mark Hanson, encontré una perspectiva muy interesante acerca de cómo manejamos los problemas y los fracasos en nuestras vidas y empresas. Confieso que inicié la lectura de este corto diario sólo por el título sugestivo y para cambiar el tipo de autores que estaba «consumiendo», sin embargo, encontré una lectura interesante acerca de introspección y de auto conocimiento.
Escribir acerca del éxito y de cómo ha sido logrado pareciera ser lo «políticamente correcto» en un blog como el que escribo, pero todos enfrentamos problemas y fallamos a diario en nuestras empresas y en nuestra vida personal; sin embargo, esto no nos debe detener en el continuo proceso de búsqueda de lo que nos satisface, de lo que nos da la felicidad.

Los problemas son inevitables y al concientizar que lo que no nos gusta de ellos es como nos hacen sentir (rabia, frustración, miedo, tristeza), entonces tendremos una nueva actitud frente al fracaso y dejará de ser un obstáculo que nos frene en lo personal. Al entender esto, podremos adoptar una mentalidad de aprendizaje y crecimiento, tomando medidas para mejorar y avanzar hacia nuestros objetivos.
En nuestras organizaciones, al reconocer que los problemas y fracasos son el resultado de decisiones y acciones que tomamos o dejamos de tomar, podemos adoptar un enfoque más proactivo y consciente. En lugar de culpar a otros o al azar por los problemas, debemos tomar la responsabilidad y aprender de las experiencias, como lo hizo Thomas Edison, quien vio en sus intentos fallidos una oportunidad para encontrar nuevas formas de éxito (“No he fracasado, he encontrado 10.000 maneras en las que esto no funciona»).
En resumen, los líderes debemos ser capaces de asumir la responsabilidad de los fracasos, aprender de ellos y tomar medidas para mejorar. Como dice el título del libro, debemos decidir qué nos importa y cómo queremos enfrentar los desafíos que se presentan en nuestras vidas y empresas.

La clave no está en evitar el fracaso, sino en adoptarlo como un componente natural del proceso de innovación y mejora continua. Los líderes que logran esta mentalidad no solo se benefician personalmente, sino que también crean culturas organizacionales donde los colaboradores se sienten seguros de experimentar, fallar y aprender, en lugar de temer las consecuencias de cometer errores. Es un ciclo que fomenta la creatividad, el crecimiento y, en última instancia, el éxito.
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