Cuestión de Expectativas…

Desde el inicio de la Pandemia del COVID-19, la medida principal para controlar los contagios fue aplicar las medidas de aislamiento, manteniendo a las personas en sus casas para evitar los contagios.

Estas medidas fueron aceptadas por la mayor parte de la población, quizás porque se esperaba que fueran medidas de corta duración. Seguro estoy que nadie anticipaba lo que aún seguimos viviendo, más de 6 meses después del inicio de los encierros.

Muchas actividades económicas se detuvieron totalmente. Unas se adaptaron para el trabajo a distancia en una mínima expresión. Otras actividades si pudieron mantenerse por cuestiones de primera necesidad: Medicinas y Alimentos.

El resultado de este encierro aún está por verse, pero los pronósticos para América Latina, muestran contracción económica cercana al 10%, habiendo países que incluso deberían alcanzar niveles de contracción cercanos al 20%, principalmente los que dependen enteramente del turismo como actividad económica primaria.

Ya puede decirse que los efectos sobre la economía de los países y sus ciudadanos son tan o más graves que los propios efectos del virus COVID-19. Ya se habla de niveles de retroceso de las economías a los niveles en que se encontraban en la década de los 90´s respecto al desempleo y distribución de la riqueza (mucha mayor pobreza).

Observo un afán por reactivar las economías de manera apremiante. En las últimas semanas y meses se ha permitido la vuelta al trabajo y la libre circulación de las personas con las limitaciones que propone el distanciamiento social.

Los gobiernos se han tratado de preparar con mayor cantidad de médicos, camas hospitalarias, respiradores, tratamientos e incluso presupuesto para las futuras vacunas, de manera de poder atender los incrementos en los contagios sin tener que volver a las medidas de cuarentena total.

Al parecer, ya los efectos económicos del COVID-19 son superiores a los efectos sanitarios en sí mismos. Debe reactivarse la economía sin vuelta atrás al encierro. Hay que convivir con el virus para poder subsistir. Al menos esto parece…

Sin embargo, aunque los ciudadanos muestran interés en salir del encierro, abarrotando los sitios de esparcimiento público, se está presentando una paradoja económica: la mayor parte de las empresas aún no se reactiva.

Y es que parece que la expectativa de reactivación de las ventas y de aumento de los ingresos, no compensa el efecto en el incremento en los costos que trae consigo la reapertura.

Las empresas han venido acumulando deudas durante el encierro. Se han quedado sin Capital de Trabajo. A esto hay que sumarle costos de adecuación del lugar de trabajo, insumos sanitarios y mayor limpieza. No menos importante, una reducción importante de la cantidad de colaboradores que pueden estar laborando por jornada. Reducción del tiempo de la Jornada Laboral y un largo etcétera de otros factores asociados.

Pareciera que, ante la expectativa de bajas ventas, estar cerrado es mejor opción que abrir las puertas de la empresa. No hay señales claras de reactivación económica. No hay incentivos para la reapertura. Muy pocos pueden estar a la vanguardia de esta reapertura económica.

Hay que sumar a la pandemia económica, la expectativa que tenemos muchos de volver a repuntar en el agravamiento de la pandemia sanitaria, viendo los ejemplos de Francia y España, por ejemplo.

Surge la interrogante muy válida: ¿Por qué abrir, si en poco tiempo es posible que nos vuelvan a cerrar? Al menos cerrados, la situación ya sería conocida y no empeoraría.

Entonces, ¿Qué hacemos? ¿Esperamos que la próxima vacuna pueda estar disponible a partir del 2021? ¿Apostamos porque aparezca un fármaco milagroso que cure el COVID-19 en fase temprana y evite el riesgo de contagio de la población?

Es difícil. Cada quien tiene su propia realidad y expectativas.

El reclamo es a los gobernantes, que deben estar liderando durante esta situación. Se deben tomar decisiones y asumirlas con sus consecuencias. Si la apuesta es por la reactivación económica, independientemente de la condición sanitaria, entonces hay que decirlo claramente, hay que generar incentivos económicos y fiscales, hay que tomar medidas excepcionales para promover la apertura y la vuelta al trabajo. Si por el contrario, la apuesta es por privilegiar los sistemas de salud, también hay que decirlo y tomar decisiones relativas a poder mantener el parque empresarial completo y los puestos de trabajo intactos, para cuando se consiga una vacuna o posible tratamiento.

Lo que no puede tenerse es una posición ambigua. No se puede dejar que cada quién tome su decisión. No se puede dejar que sea el «mercado» quién dicte lo que debe ocurrir. Básicamente, la pandemia económica fue creada por los gobiernos, al tomar la decisión de encerrar a todos en cuarentena. Fue una medida que nos afectó a todos por igual. Una decisión absoluta que nos trajo hasta aquí (independientemente de que tan acertada haya sido). Pues de la misma forma debe actuarse de ahora en adelante, no importa el costo político de las decisiones que deban tomarse.

Nuestro futuro, no puede seguir siendo cuestión de las expectativas de cada quién.

Foto por Sigurd Decroos desde FreeImages

Publicado por joseluisgomesdf

Analítico, observador e inconforme con lo establecido. Creo que todo se puede mejorar aplicando cambios graduales. Prefiero evolución a cambio disruptivo.

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