Hace unos cuántos años, a mediados de la década de los ’90, cuando comenzaba a ejercer mi profesión de Ingeniero, me di cuenta que lo que me motivaba a trabajar era la libertad de hacer mi trabajo cómo me parecía mejor y más productivo. Para aquella época, los estilos de gerencia eran mucho más rígidos que ahora y eso me obligó a escoger la ruta emprendedora, para tener la libertad que necesitaba.
El emprender de forma temprana me ayudó a formarme de manera integral, aunque diría que el mayor aprendizaje fue vencer el miedo de forma general. El miedo a fallar, el miedo a no poder hacer el trabajo, el miedo a no poder pagar las cuentas o a no poder cumplir con las responsabilidades asumidas con los clientes.

Poco a poco, el miedo pasa y uno se vuelve más confiado y audaz. Se comienzan a asumir riesgos más y más grandes, se plantean metas cada vez más ambiciosas. Ese miedo se convirtió en una energía que demandaba más y más.
La necesidad de plantearse nuevos retos vino en paralelo a: la evolución de las comunicaciones analógicas a digitales, al comienzo de las redes de datos corporativas y a la adopción inicial del Internet de Banda Ancha en las casas y oficinas. Muchos de los cambios en mis proyectos fueron simplemente evolutivos y graduales, mientras que otros fueron totalmente disruptivos y plantearon comenzar de cero un nuevo proyecto.
Sin embargo, en todo este tiempo transcurrido desde que obtuve mi título de ingeniero hasta esta época de pandemia, nunca me detuve por un tiempo mayor al de unas merecidas vacaciones, eso sí, siempre retornando a mis proyectos con mucho más bríos.
Ahora, un día como hoy en que celebro un año más de vida, en medio de una situación sanitaria y económica que nos ha afectado por más de 6 meses ( y contando ), en la que he tenido que trabajar desde casa a un ritmo mucho más lento, con más tiempo disponible para revisar el pasado y proyectar hacia el futuro, me doy cuenta que tengo que aplicar cambios disruptivos nuevamente.
En una época complicada en la que el distanciamiento social te distancia de los afectos, que el COVID entierra a tus amigos, que la imposibilidad de viajar te impide darle el último adiós a tus familiares y que la situación económica te obliga a tomar decisiones difíciles, cambia totalmente tu orden de prioridades.
Hasta ahora, siempre he estado involucrado en proyectos relacionados con la tecnología. Y en estos días se ha hablado mucho de la transformación digital y cómo el COVID ha sido un catalizador que ha acelerado las transformaciones.
En efecto, este virus va a ser un hito, va a establecer un antes y un después del COVID. No sólo se van a transformar las empresas y los negocios. Nos vamos a transformar las personas.
Al menos en mi caso, la nueva normalidad ya ha comenzado.
Imagen por Michal Zacharzewski desde FreeImages
